lunes, 18 de julio de 2011

PUERTO RICO PARA PRINCIPIANTES

OCHO VISITAS OBLIGADAS
EN LA ISLA DEL ENCANTO

            En ocholeguas.com, su portal de viajes, el diario español EL MUNDO ha publicado un reportaje dirigido a los turistas que quieren viajar a Puerto Rico por primera vez, descubriéndoles algunos de los muchos atractivos de la Isla del Encanto.
            El trabajo, titulado PUERTO RICO PARA PRINCIPANTES y firmado por Noelia Ferreiro, habla de “playas solitarias, naturaleza rabiosa y rincones coloniales por donde se cuela la historia”. Y, de entrada, resume en ocho apartados “lo que no puede perderse de esta isla alegre y bailonga”. Son los siguientes:

1. San Juan. Piratas del Caribe

Para empezar, un toque urbano. La capital de Puerto Rico es un hervidero de gente en el que se agolpan restaurantes de nuevo cuño, modernos hoteles, casinos, tiendas, librerías, cafés y locales bulliciosos que dan brillo a una de las vidas nocturnas más animadas de todo el Caribe. Pero a la vez San Juan, donde lo trendy llega empapado del influjo estadounidense, permite un retroceso en el tiempo y un paseo por 500 años de historia. El Viejo San Juan, el casco antiguo, esconde uno de los conjuntos monumentales más impresionantes del Nuevo Mundo: iglesias, plazas y una serie de fortalezas perfectamente conservadas -El Morro y San Cristóbal- que le han dado el sobrenombre de la ciudad inexpugnable. Dar un paseo por sus callejas adoquinadas en azul y flanqueadas por fachadas coloniales es una de las experiencias más agradables de esta isla.

2. El Yunque: naturaleza y canto de las ranas

Se trata de la gran reliquia natural de país, un bosque pluvioso cuajado de veredas que brinda un sinfín de actividades: senderismo, escalada, deslizamiento... y también ¿por qué no? refrescantes baños en sus cascadas y riachuelos, con el marco de una vegetación apabullante y la música de fondo del coquí, esa rana diminuta y de color caramelo que es el símbolo popular de Puerto Rico. El Yunque ha sido nominado como una de las 7 Nuevas Maravillas del Mundo Natural gracias a esa profusión de la flora que deja boquiabierto a quien la estudia: helechos de 20 metros, orquídeas microscópicas, bambúes, heliconias... Por ello su belleza resulta indescriptible. Una curiosidad: fue la primera Reserva española, designada por Alfonso XII. Y una advertencia: la lluvia -a veces acompañada de espectaculares arcoiris- no falta a su cita ni un sólo día del año.

3. Cavernas de Camuy: surrealismo paisajístico

Una apasionante exploración de las entrañas. Sí, ha oído bien, apasionante, ya que se trata de uno de los sistemas subterráneos más grandes del mundo: más de 17 kilómeros de cañones, valles, sumideros y cuevas que conforman un paisaje surrealista habitado por murciélagos -en sus profundidades se rodó el sonido de Batman Forever- y en el que las formaciones rocosas asemejan alocadas figuras: el perfil de un indio, la sonrisa de una bruja... ¿La culpa? La lluvia, que durante miles de años ha disuelto la piedra caliza en esta zona kárstica. La visita puede completarse con el enorme radiotelescopio de Arecibo, que recogió la primera foto de un asteriode. Sólo apto para científicos locos.

4. Bahías bioluminiscentes: destellos mágicos
 
 
Si no conoce el fenómeno de la luz marina, no sabrá que se trata de un resplandor verdeazulado que emana del agua cuando es de noche, dejando tras de sí un rastro mágico de miles de estrellas. Y tampoco que esta luz que parece extraída de la película Avatar proviene en realidad de un organismo vivo, el dinoflagelado, que permite lo que se ha llamado la bioluminiscencia. En Puerto Rico existen tres lagunas bioluminiscentes de las siete que se hallan en el mundo: Laguna Grande, en Fajardo, Bahía Mosquitos, en Vieques, y Bahía de Lajas, en la Parguera. Para disfrutarlas, nada como un paseo en kayak entre sus manglares, especialmente si no hay luna. Creerá econtrarse en un mundo mágico.

5. Comprar hasta quedar exhausto


Reserve al menos un día para enloquecer con las compras. No se arrepentirá. El shopping, tal y como ellos lo llaman en su perfecto spanglish, es una de las actividades primordiales de las vacaciones en Puerto Rico. Y ello porque hay mucho donde elegir sin apenas salir de San Juan: desde las tiendas de artesanía tradicional hasta los establecimientos de marcas reconocidas, pasando por el Centro Comercial Plaza de las Américas, que es el más grande del Caribe. Pero si quiere arrasar de veras, nada como el Premium Outlet, de la Barceloneta, o The Outlet Mall Ruta 66, de Canóvanas. Excelentes firmas a precio de risa, más aún si el dólar ayuda... ¿hay algo que le haga más feliz?...

6. Las playas, divino tesoro


Ha llegado el momento de tumbarse bajo una palmera y dejarse acariciar por la brisa. O de remojarse en aguas cristalinas para escapar del calor. O también ¿por qué no? de aprovechar el potencial de estos mares para practicar deportes acuáticos. Todo es posible en el bello litoral de Puerto Rico, abrazado por el Atlántico en el norte y por el Caribe en el Sur. Playas hay para dar y tomar, especialmente en Porta del Sol -costa oeste-, donde además de Buyé, La Playuela, y Boquerón, hay otras especialmente indicadas para el surf: Jobos, Shacks, Domes... En el este no puede perderse Luquillo o Seven Seas ni mucho menos -sería un pecado- las paradisíacas islas de Vieques y Culebra, con sus fondos coralinos.

7. De pueblos... y de fiesta
Puede que Puerto Rico tenga carácter norteamericano, pero su corazón nunca ha dejado de ser latino, tal y como da cuenta ese espíritu festivo que invade todos los rincones de la isla. Y no sólo porque la totalidad de sus pueblos, grandes o pequeños, cuenta con una fiesta patronal y un carnaval, sino también porque cualquier excusa es buena para montar una celebración: el festival de la novilla, del plátano, de la flor... son sólo algunos ejemplos. Dos citas imprescindibles: Ponce, donde cada fin de semana se baila bachata, salsa, merengue...; y Mayagüez, el pueblo del brazo de gitano y la sangría con fórmula secreta. En ningún otro lugar encontrará tanta calidez.


8. El estómago contento
 

Tanto que ver y hacer requiere un extra de energía, lo que sin duda proporciona la gastronomía puertorriqueña, que es tan sabrosa como variada. Fusión de las aportaciones españolas, las influencias africanas y las raíces taínas, la cocina de este país se resiste a los embates norteamericanos con el mantenimiento de sus productos autóctonos: yuca, batata, yautía, cilantro, coco... No puede dejar de probar el mofongo -plátano verde majado, ajo y tacos de torrezno- ni el asopao, que es un arroz caldoso hecho de pollo o pescado. Entre las carnes: ternera y lechón. Y entre los pescados: el besugo y el mahi mahi, preparado de mil y una maneras. Para beber, ron, por supuesto... y piña colada, que ¿lo sabía? es originariamente puertorriqueña.


Para mas información, se puede visitar la página en Internet de Turismo de Puerto Rico http://www.seepuertorico.com/


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