SOBRE EL ORIGEN GALLEGO DE
GABRIEL GARCIA MÁRQUEZ
EN “A GALICIA MÁXICA DE
GARCIA MÁRQUEZ”, EL ESCRITOR LUCENSE RECUERDA QUE EL PREMIO NOBEL
DE LITERATURA ANDUVO POR GALICIA EN BUSCA DE SUS RAICES GALLEGAS
EN SU DIA, EL ESCRITOR COLOMBIANO MANIFESTÓ QUE SUS ABUELOS ERAN
DESCENDIENTES DE GALLEGOS Y QUE MUCHAS DE LAS COSAS SOBRENATURALES QUE LE
CONTABAN PROVENIAN DE GALICIA
Un libro del
escritor y periodista lucense Carlos González Reigosa, publicado en gallego y
castellano por Edicións Xerais de Galicia y Auga Editora, respectivamente, con
el título de “A Galicia máxica de Garcia Márquez” (”La Galicia mágica de Garcia
Márquez”), ha traido de nuevo al primer plano de la actualidad la ascendencia
gallega del escritor colombiano, que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982.
En su edición
castellana, la editorial anuncia así la obra:
El 2 de mayo
de 1983 Gabriel Garcia Márquez hizo realidad su deseo de visitar Galicia casi
de incógnito. De aquel viaje quedaron dos testimonios propios. Unas fotografías
en compañía de Domingo García-Sabell en Compostela y un magnífico artículo
publicado en EL PAIS, que se ha convertido en refencia ineludible de su pasión
por un posible pasado de sus ascendentes gallegos.
Para la edición gallega, el propio autor escribió
algunas líneas más, muy interesantes, en las que nos recuerda que “Gabriel García Márquez sempre lle
atribuíu a maior influencia literaria á súa «avoa galega», que lle contaba as
cousas máis atroces sen conmoverse. O escritor descubriu axiña que aquel xeito
imperturbable e aquela riqueza de imaxes era o que máis contribuía á
verosimilitude das historias.
Tras gañar o
Premio Nobel en 1982, confesou que escribira Cien años de soledad «usando o mesmo método da miña avoa». Pero,
¿quen era aquela misteriosa «avoa galega»? O escritor parecía referirse á súa
avoa Tranquilina, unha colombiana de antepasados españois, mais el sabía que a
realidade que identificaba –e reivindicaba– abeberaba na maxia dunha herdanza
teluricamente máis neboenta.
Foi entón cando
dixo: «Os meus avós eran descendentes de galegos, e moitas das cousas
sobrenaturais que me contaban proviñan de Galicia.» Nesta obra, Carlos G.
Reigosa busca, á vez, o escritor e a súa «avoa galega», seguindo os pasos dun
García Márquez que viaxa a Galicia para desenredar a madeixa das súas orixes
–persoais e literarias– e que, ao cabo, se perde na selva indescifrable da súa
propia creación. Porque non sempre é posible deslindar a realidade e a ficción”.
La prensa no ha
tardado en hacerse eco de la nueva entrega literaria de González Reigosa. EL
CORREO GALLEGO acaba de publicar una crónica firmada por Samuel Regueira, que
comienza, para que todo quede muy típicamente gallego, con una pregunta: “¿Es posible que la literatura del más famoso
Nobel colombiano deba su fuerza al atractivo de leyendas, fábulas y mitos
gallegos? Así lo plantea Carlos Reigosa en "La Galicia mágica de García
Márquez", una publicación que indaga sobre los probables orígenes
españoles de la abuela del célebre escritor”.
Regueira añade que “la historia de amor entre Márquez y
Galicia nunca pudo morir: la nostalgia del escritor por la tierra gallega "había
empezado por la comida", y continuó en escapadas incógnitas en las que
huía de intelectuales y buscaba reencontrarse con sus antepasados. La obra,
publicada simultáneamente en gallego y castellano, describe también los
encuentros de Márquez con el autor Álvaro Cunqueiro, una relación
"indescifrable", en palabras de Reigosa, "de literaturas que se
hablan a distancia y se miran de reojo". El ensayo recoge pasajes
narrativos en los que el periodista desmenuza sus conversaciones fugaces y sus
reuniones con Márquez, tratando de reunir información y resolver las incógnitas
en torno a la abuela "gallega" del Nobel”.
El escritor con S.M. el Rey, Don Juan Carlos I
VIENDO LLOVER EN GALICIA
(EL PAIS, 11 Mayo 1983)
(FRAGMENTOS)
“… hacía ya varios meses -quizá
varios años- en que no me ofrecía a mí mismo un regalo merecido. De modo que
decidí regalarme en la realidad uno de mis sueños más antiguos: conocer
Galicia. Alguien a quien le gusta comer no puede pensar en Galicia sin pensar
antes que en cualquier otra cosa en los placeres de su cocina.
… También para mí la nostalgia de
Galicia había empezado por la comida, antes de que hubiera conocido la tierra.
El caso es que mi abuela, en la casa grande de Aracataca, donde conocí mis
primeros fantasmas, tenía el exquisito oficio de panadera, y lo practicaba aun
cuando ya estaba vieja y a punto de quedarse ciega, hasta que una crecida del
río le desbarató el horno y nadie en la casa tuvo ánimos para reconstruirlo.
Pero la vocación de la abuela era tan definida, que cuando no pudo hacer panes
siguió haciendo jamones. Unos jamones deliciosos, que, sin embargo, no nos
gustaban a los niños -porque a los niños no les gustan las novedades de los
adultos-, pero el sabor de la primera prueba se me quedó grabado para siempre
en la memoria del paladar. No volví a encontrarlo jamás en ninguno de los
muchos y diversos jamones que comí después en mis años buenos y en mis años
malos, hasta que probé por casualidad -40 años después, en Barcelona- una
rebanada inocente de lacón. Todo el alborozo, todas las incertidumbres y toda
la soledad de la infancia me volvieron de pronto en ese sabor, que era el
inconfundible de los lacones de la abuela. De aquella experiencia surgió mi
interés de descifrar su ascendencia, y buscando la suya encontré la mía en los
verdes frenéticos de mayo hasta el mar y las lluvias feraces y los vientos
eternos de los campos de Galicia.
… Hace ahora muchos años, en un
restaurante de Barcelona, le oí hablar de la comida de Galicia al escritor
Álvaro Cunqueiro, y sus descripciones eran tan deslumbrantes que me parecieron
delirios de gallego. Desde que tengo memoria les he oído hablar de Galicia a
los gallegos de América, y siempre pensé que sus recuerdos estaban deformados
por los espejismos de la nostalgia. Hoy me acuerdo de mis 72 horas en Galicia y
me pregunto si todo aquello era verdad, o si es que yo mismo he empezado a ser
víctima de los mismos desvaríos de mi abuela. Entre gallegos -ya lo sabemos-
nunca se sabe”.
ARTÍCULO COMPLETO EN “EL PAIS”
http://elpais.com/diario/1983/05/11/opinion/421452014_850215.html
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