jueves, 8 de noviembre de 2012

EXPOSICIÓN EN LA CASA DE ESPAÑA

 
 

CONCHA DE LA SERNA

nieta y sobrina de escritores y artistas

 
Procedente de una estirpe de artistas -nieta de la escritora Concha Espina y sobrina de la pintora María Blanchard y del músico Regino Saíz de la Maza-, la pintora Concha de la Serna (Madrid, 1949) comenzó interesándose por la figura humana en su época de estudiante, pero ha ido evolucionando en su percepción de la realidad, logrando plasmar la naturaleza con una especial sensibilidad. Alguna vez ha reconocido que siempre le ha gustado volar, habiendo practicado el vuelo sin motor y el ala delta, y a ello no sería ajeno su interés por los cielos, con las infinitas variantes de sus luces y sus reflejos, como se podrá ver en esta exposición que presenta en la capital puertorriqueña. También destaca por la fidelidad y meticulosidad con que retrata la naturaleza, sobre todo las plantas, fruto de su formación botánica.
 
Hace un par de años, cuando expuso en el Club Náutico de Donostia, Enrique Mingo escribió en el “Diario Vasco” que “la pintora madrileña emplea acrílicos sobre tela, papel o maderas; trabajando a base de veladuras «que permiten que el color actúe ante la luz con mayor frescura y transparencia». Esto permite potenciar la fuerza del color y rivalizar directamente con otras tonalidades que tampoco han sido matizadas. Con esta técnica, la artista consigue dar un vigor especial a la luz, que juega a variar según el ángulo de reflexión y la intensidad de cada momento".
 
El crítico indicó también que "De la Serna pinta de una manera rapidisima, con carácter de urgencia. Para ella la obra nueva no existe. «La llevo en la cabeza, a veces durante mucho tiempo, y cuando tengo oportunidad la pinto directamente. Por eso soy tan rápida, porque la veo terminada ya en el momento de empezar». En obras muy grandes, a veces la pintora se ayuda de pequeños croquis, o escribe, «para apoyar la memoria» y después, en plena actividad, despliega «muchísima energía» porque, como ella misma asegura, «es un ejercicio físico agotador, que exige tanta concentración que incluso se me olvida comer».

 
 


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