Martin Sheen se reconoce
«extremadamente orgulloso»
de sus orígenes gallegos
Con su hijo Emilio, director de cine, ante la catedral de Santiago de Compostela
El actor rompió a llorar el día que entró en el cementerio de la aldea de Parderrubias, de donde era su padre. Porque en muchas lápidas estaba su mismo apellido: Estévez.
Piden una calle con su nombre en Salceda de Caselas
«Adoro la independencia que se respira en Galicia y que desprenden los gallegos. Son españoles, pero tienen un carácter muy independiente y así era mi padre».
Con el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo
La película “The way”, protagonizada por el y dirigida por su hijo Emilio, es –dijo el artista en Nueva York- su «particular homenaje» a la sangre española que corre por sus venas.
Su padre aprendió el castellano en Cuba. Cuando pudo regresar, después de medio siglo viviendo en inglés, “volvió a “falar galego” como si nunca hubiera hablado otra cosa”, dice su hija.
Como todo emigrante, su padre nunca abandonó su obsesión de acabar su vida en Galicia. Está enterrado en Dayton, Ohio, al lado de su esposa irlandesa y su hijo Manuel.
Con el Presidente Feijóo y el Conselleiro de Cultura
Los periódicos de Galicia acaban de destacar las declaraciones realizadas por el gran actor norteamericano Martin Sheen, protagonista de tantos éxitos cinematográficos. sobre su vinculación con Galicia, a raíz de la crónica enviada desde New York por el periodista David Venezuela, de la Agencia EFE, que ha sabido resaltar este extremo de la personalidad y la vida íntima del artista. Así comienza su crónica desde la capital del mundo sobre nuestro ilustre paisano:
“El veterano actor estadounidense Martin Sheen nació en Ohio y, pese a no hablar gallego ni español, está orgulloso de sentirse parte de Galicia, la tierra donde nació su padre hace más de un siglo y el escenario de su nueva película, un proyecto centrado en el Camino de Santiago.
«Estoy extremadamente orgulloso de ser gallego», aseguró el actor en Nueva York durante una entrevista, en la que reconoció su «admiración total» hacia ese «carácter», marcado, a su juicio, «por la independencia y la determinación a la supervivencia pase lo que pase en España o en el mundo». Un homenaje, sin duda a los emigrantes.
Mas he aquí otras expresiones realizadas por Martin Sheen, que es el nombre artístico del actor norteamericano Ramón Estévez, hijo de un emigrante de la parroquia de San Tomé de Parderrubias, en el ayuntamiento pontevedrés de Salceda de Caselas:
«Adoro la independencia que se respira en Galicia y que desprenden los gallegos. Son españoles, pero tienen un carácter muy independiente y así era mi padre».
«Los gallegos son algunos de los mayores exploradores del mundo y mi padre fue uno de ellos», señaló el popular protagonista de películas como Apocalypse Now o series de tanto éxito como El ala oeste de la Casa Blanca, quien ahora tiene «el honor» de presentar al público estadounidense un fragmento de la tierra de su padre con The Way.
Sheen reconoce que la cinta es su «particular homenaje» a la sangre española que corre por sus venas y que ha podido celebrar en colaboración con el mayor de sus hijos, el también actor, director y guionista Emilio Estévez”.
El popular actor se reencontró con sus raíces gallegas en 1969, cuando viajó a Galicia con sus hijos Emilio y Ramón, visitando la casa de su padre en la parroquia pontevedresa de Parderrubias y durmiendo incluso en la misma cama donde naciera su padre en 1898.
«La primera muestra de mi herencia española se la di a mis hijos al elegir sus nombres: Emilio, Ramón y Carlos (Charlie Sheen). Todos tienen nombres españoles y yo nunca me cambié el mío oficialmente», indicó el actor, quien reconoce, sin embargo, que sus vástagos han encontrado siempre la manera de llegar a sus raíces españolas solos. Para Ramón fue la decisión de estudiar en Madrid lo que le hizo «enamorarse» del país de su abuelo, mientras que Emilio tuvo que esperar a concebir The Way para «darse cuenta de que vive como un gallego más».
«Mi hijo –declaró el gran actor- se ha dado cuenta de que, como muchísimos gallegos, cultiva sus propios alimentos y viñedos, tiene gallinas y abejas, es un granjero orgánico. En Galicia se sintió como en casa», explicó el actor, quien además tiene un nieto, Taylor, casado con una española y viviendo en la ciudad de Burgos.
«La conexión con España se ha completado con ellos. Es maravilloso ver cómo todos celebran sus raíces españolas», dijo Sheen”.
A la derecha, el dueño de Filmax, Julio Fernández, de A Fonsagrada
La estrella que salió de Parderrubias
Hace ya un par de años, el nueve de agosto de 2009, el diario FARO DE VIGO ofreció una muy interesante crónica de Santiago Romero, en la que el periodista reconstruía con Carmen Estévez, hermana de Martin Sheen, la epopeya de Francisco Estévez, el paisano de Parderrubias que decidió emigrar, primero a Cuba, donde se asentaron tantos gallegos, y luego a los Estados Unidos de América:
“Martin Sheen rompió a llorar el día que entró en el cementerio de la aldea pontevedresa de Parderrubias (Salceda de Caselas). En casi todas las lápidas destacaba omnipresente Estévez. Allí estaban las raíces ancestrales de un apellido que el actor abandonó para hacer carrera en el cine. Es el mismo apellido que luce solitario en el cementario de Dayton (Ohio), donde yace Francisco Estévez, un emigrante pontevedrés que dio a Hollywood dos generaciones del héroe americano en las encarnaciones de su hijo Ramón (Martin Sheen, en Apocalypse now) y su nieto Carlos (Charlie Sheen, en Platoon).
En la reuniones familiares de los Sheen suele contarse esta anécdota: Alfonso, hermano de Martin Sheen, entra en casa con una revista bajo el brazo y su padre, Francisco, le pregunta: "¿Viene algo sobre Martin?" El hijo responde que no. "¿Y entonces por qué la compras?" Francisco fue un emigrante gallego forjado en el sacrificio, que transmitió esa espartana visión de la vida a sus descendientes. "Era un hombre muy duro, no dejaba pasar una –recuerda Carmen Estévez, hermana de Martin Sheen, que tras una etapa de actriz en Nueva York decidió establecerse en Madrid–. Jamás le oímos pronunciar una palabra en la que se mostrara totalmente satisfecho de lo que hacíamos, aunque luego supimos por terceros lo silenciosamente orgullosos que estaba de nosotros. Pero era incapaz de decírnoslo, pensaba que nos ablandaría. Se quedó viudo a los 53 años, con diez hijos, y permanecimos unidos gracias a él".
Francisco Estévez salió de Parderrubias, en Salceda de Caselas, hacia Cuba en 1916, con 18 años y mucha miseria como equipaje. "Sólo hablaba gallego; aprendió el castellano en Cuba –rebusca Carmen en su memoria-, y es curioso que cuando volvió a Galicia en 1967, después de medio siglo viviendo en inglés, volvió a hablarlo como si nunca hubiera hablado otra cosa. Mi padre tenía un sentido del humor que no supimos comprender hasta muchos años después, cuando conocimos Galicia y a nuestros parientes. Tenía una gran ironía, eso que llamáis retranca, pero… ¡nosotros creíamos que hablaba en serio!".
El patriarca gallego de los Estévez pasó de los cañaverales de Cuba a las fábricas de Dayton (Ohio), donde su numerosa prole se criaría en un modesto barrio de inmigrantes irlandeses, entre los que elegiría a su esposa, "que era tan terca como mi padre; esta mezcla de sangre gallega e irlandesa es explosiva", bromea Carmen. "Éramos pobres, claro, pero no importaba, porque todos lo eran en aquel barrio. Mi padre nos decía que nosotros no sabíamos lo que era una vida dura de verdad, como la que él había dejado en Galicia, cuando recorría a pie diariamente casi 40 kilómetros con un cargamento de pescado a la espalda.
Sin embargo, nunca abandonó su obsesión de acabar su vida en Galicia, ni siquiera cuando Martin se había convertido ya en una estrella de Hollywood. Cuando por fin pisó de nuevo Parderrubias, aún sabía dónde estaba cada árbol, cada alto, dónde vivía cada cual. Todo estaba en su cabeza".
Francisco Estévez se llevó un disgusto cuando su hijo Ramón decidió probar suerte como actor en Nueva York. "¡Pero si no sabe cantar ni bailar!, nos decía con desesperación". Detrás de su oposición se escondía un viejo temor. El pequeño Ramón nació con la musculatura de un brazo atrofiada y, si uno se fija atentamente en sus películas, se nota que se pone la chaqueta de una manera rara, su brazo no funciona totalmente bien. Mi padre lo veía un poco como al desvalido de la familia, el que el creía que seguramente iba a tener más problemas para salir adelante… Mi hermano Martin era muy callado; tenía una vida interior que no sospechábamos. Iba mal en el colegio, aunque siempre estaba en las obras de teatro, desde muy pequeño. Sufrió muchísimo en Nueva York. Llegó a confesarme que nunca creyó que acabaría haciéndose un nombre en el cine y que muchas veces pensó en volver a su casa en Dayton con la cabeza gacha, pero no tenía dinero para regresar". Entonces fue cuando Ramón Estévez adoptó el nombre artístico de Martin Sheen. "Era el apellido de un obispo que tenía un programa de televisión y nosotros andábamos por ahí diciendo que era ilegítimo del obispo".
Desde 1965, Francisco vivió yendo y viniendo de Dayton a Parderrubias, ocupado en construir en su aldea natal una casa que no llegaría a ver acabada. Murió en 1974 en Dayton y sus hijos le dieron sepultura en la misma tierra donde yacen su mujer irlandesa y su hijo Manuel, fallecido joven en 1968. Pocos reconocerían en el humilde Estévez que luce en su lápida el origen y la leyenda de una saga, los Sheen, que conquistaron América quizás sólo para oír decir por fin a su terco padre gallego: "¡Buen trabajo, muchachos!"
Monaguillo en Dayton
El cuatro de agosto de 2009, el diario LA VOZ DE GALICIA publicó una interesantísima crónica de Silvia R. Pontevedra sobre la presencia del actor norteamericano en Santiago de Compostela. La periodista destacó su religiosidad y lo mucho que le había impresionado el “botafumeiro” de la catedral compostelana.
“Durante siete años ejerció de monaguillo en su parroquia de The Holly Trinity, en Dayton, Ohio. Pero el niño Ramón Gerardo Estévez no iba, como otros muchos, obligado. Lo hacía por vocación, porque siempre le ha gustado estar al fresco de las iglesias, canta en latín y reza genuflexo. Porque se siente tan católico, apostólico y romano como actor, combativo, yanqui y de Parderrubias. Precisamente en Parderrubias, el pueblo de su padre emigrante, en Salceda de Caselas, dice que se siente a gusto porque allí puede ir andando a misa por las mañanas.
Ramón Gerardo, es decir, Martin Sheen, cantó también ayer en la lengua del Imperio Romano y sólo se saltó el ritual para aplaudir brioso el espectáculo del botafumeiro. Tanto él como su hijo Emilio Estévez habían visto el funcionamiento del incensario en YouTube , pero nunca habían presenciado la ceremonia en directo. Cuando el aparato levantó el vuelo, a Sheen se le abrió la boca y ya no la pudo cerrar hasta que Armando Raposo, el tiraboleiro mayor, se abalanzó sobre el bólido en marcha para frenarlo.
A su lado, también abraiados, estaban su hermana Carmen, que vive en Madrid, su hijo y la rubia esposa de éste, la periodista Sonja Magdevski. La chica no pudo reprimirse y terminó sacando una camarita del bolso con la que intentaba cazar una instantánea del botafumeiro en vaivén. Y cuando terminó todo, se dio la vuelta, miró a los peregrinos que le coincidieron detrás y dijo "¡guau!". Eso se entiende en todas las lenguas.
Luego, la familia se acercó a darle la enhorabuena al jefe de los tiraboleiros y a los sacerdotes que habían oficiado la misa solemne. Parece que los curas estaban encantados con la presencia del protagonista de Apocalypse now . Le brindaron un asiento de honra, empezaron la ceremonia felicitándole el cumpleaños (ayer hacía 69) y en las preces rogaron a Dios, "aprovechando la presencia de míster Sheen", que "este séptimo arte que es el cine plasme la verdad y la belleza y nos cautive el corazón, elevándolo precisamente a la grandeza del espíritu".
Les regalaron camisetas del Celta. Salceda queda cerca de Vigo
Y el caso es que Sheen y Estévez no están aquí porque hayan venido a ver a Bruce, o a hacerse socios del Celta, aunque ayer el club, por eso de que son de Salceda, les regaló camisetas y carnés de abonado. Para lo que están, tres días, es para tantear a la Xunta, y al sector audiovisual gallego, porque en septiembre prevén empezar a rodar una película sobre el Camino”.
En las ruas compostelanas, presentando su película
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