La muestra estará abierta hasta el 23 de diciembre en el Museo de Historia, Antropología y Arte
El artista, nacido en Santiago, ha sido calificado como “el padre de la escultura puertorriqueña”
El Museo de Historia, Antropologia y Arte de la Universidad de Puerto Rico inauguró recientemente en sus instalaciones del recinto docente de Rio Piedras una exposición antológica de la obra del escultor gallego Francisco Vázquez Díaz, conocido también por su pseudónimo de “Compostela”, que adoptó en homenaje a su ciudad natal.
El artista nació en Santiago de Compostela en 1898 y falleció en 1988 en San Juan de Puerto Rico, adonde llegó, exiliado, en 1940. El diario madrileño EL PAIS ofreció en su dia una nota necrológica, en la que plasmaba algunas claves sobre la vida y la obra del escultor santiagués:
El escultor español Francisco Vázquez Díaz, de nombre artístico y familiar Compostela, falleció a los 89 años el pasado domingo, en San Juan de Puerto Rico, donde residía desde hace 47 años. Compostela, que se exilió al llegar al poder el franquismo, fue escultor oficial del Quinto Regimiento durante la República y autor de bustos de Rafael Alberti, José de Diego y Luis Muñoz Rivera. Estaba casado con Margot Arce y tenía tres hijos. (El Pais, 23/02/1988)
Sobre esta muestra antológica, que estará abierta hasta el próximo 23 de diciembre, ha aparecido bastante información en los medios, que han destacado que “la exposición del artista gallego, que llegó en 1940 a la isla caribeña exiliado tras la Guerra Civil española, conmemora el 113 aniversario del natalicio de quien ha sido calificado como el padre de la escultura puertorriqueña. La exposición antológica, titulada Francisco Vázquez Díaz "Compostela", incluye una selección de obras escultóricas y mobiliario tallado en madera, así como bustos y máscaras mortuorias”.
Según la información facilitada con este motivo, "Compostela", que llegó a Puerto Rico vía República Dominicana, trajo en su arte una nueva fauna tropical y maderas nuevas, entre las que había descubierto el espinillo o aceitillo, madera antillana dura y olorosa que se convirtió en la favorita para sus famosas esculturas de pingüinos. "Compostela", apodado así en homenaje a su ciudad natal de Galicia, prefirió la madera como material escultórico, aunque dominaba también la piedra”.
El escultor Compostela con su esposa y su hija.
EN PUERTO RICO
En cuanto a su vida en la isla, se ha recordado que “el artista fue nombrado en 1943 instructor de la Escuela de Artes Industriales de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Puerto Rico, donde trabajó hasta 1948. El Instituto de Cultura Puertorriqueña lo contrató en 1956 para fundar y dirigir el Taller de Escultura, donde contribuyó a la formación de una destacada generación de escultores de la isla caribeña.
Su obra se caracteriza por la constante presencia de pingüinos, animales que exponía pero que no era común que vendiera. Los pingüinos de "Compostela" son una suma, resultado de la experiencia de descubrir en el gesto y la acción, emociones y relaciones de la humanidad, según señala el comunicado de la exposición”.
En otra fuente de Internet encontramos otros datos que nos acercan mas la figura del escultor de la capital de Galicia:
“Él, Francisco Vázquez Díaz, "Compostela" (1898-1988), con todas sus heridas y carencias, se sobrepuso como pudo a los traumas que le causó la Guerra Civil española, y aunque no escogió del todo libremente permanecer en Puerto Rico, aquí fundó familia con una de nuestras mujeres más valiosas, Doña Margot Arce Blanco.
Aquí fue maestro escultor, formador de las primeras generaciones de escultores puertorriqueños que se educaron en la Universidad de Puerto Rico y en el Instituto de Cultura Puertorriqueña, y creador de una inmensa colonia de pingüinos irónicos y humoristas, críticos de las formas en las que el ser humano se animaliza y "emboba".
Al final de sus días, el escultor reconocía como sus mayores logros estas tres hazañas: familia, discipulado, obra. Tal vez por modestia, o por tener conciencia de no ser el único hombre en haber sufrido y superado penurias, no añadió al recuento de sus proezas su valor quijotesco o el lujo de conservar y refinar hasta la sutileza, en la vida y en la obra, su humor juguetón y tierno, cruelmente compasivo.
Aquí fue maestro escultor, formador de las primeras generaciones de escultores puertorriqueños que se educaron en la Universidad de Puerto Rico y en el Instituto de Cultura Puertorriqueña, y creador de una inmensa colonia de pingüinos irónicos y humoristas, críticos de las formas en las que el ser humano se animaliza y "emboba".
Al final de sus días, el escultor reconocía como sus mayores logros estas tres hazañas: familia, discipulado, obra. Tal vez por modestia, o por tener conciencia de no ser el único hombre en haber sufrido y superado penurias, no añadió al recuento de sus proezas su valor quijotesco o el lujo de conservar y refinar hasta la sutileza, en la vida y en la obra, su humor juguetón y tierno, cruelmente compasivo.
Una de las hijas del matrimonio, la Dra. Carmen Vázquez Arce, quien, al igual que su progenitora, dirigió el Departamento de Estudios Hispánicos del Recinto de Río Piedras (Universidad de Puerto Rico), ha investigado y documentado por los últimos diez años la jornada vital y artística del escultor gallego, empeñando en su esfuerzo no solamente tiempo y energía, sino una buena parte de sus bienes. Al así hacerlo, ha recuperado, para la memoria del arte puertorriqueño y español, y para su propia memoria, una historia de amor y creación, y ha sumado a su empresa su propia reflexión acerca del sentido del arte de "Compostela".
El escultor Compostela, antes de partir para el exilio.
DESDE GALICIA
En la ENCICLOPEDIA DA EMIGRACIÓN GALEGA, de la Confederación Intersindical Galega, Xurxo Martínez Crespo ofrece una muy detallada información sobre el artista compostelano:
“Fillo de pai canteiro, “Compostela” aprendeu desde cativo o oficio de tallista, co que se trasladou a Madrid en 1920, empregándose nunha casa de mobles, onde logrou facerse escultor e acadou, de xeito inusitado, o acceso a algunhas salas de exposición. Mestre da talla directa en madeira, marcha como bolseiro a París entre 1930 e 1932.
Aínda que abordou temas deportivos –asunto practicamente inédito entre os escultores peninsulares da preguerra-, o seu recoñecemento conségueo a través das representacións de temática animalística -“Cocodrilo”, “Foca”, “Camellos”, “Cebú”, “Monos”, “El Cóndor”- e especialmente en obras como as daquela serie parisina de Pingüíns que, como ben dixera a súa filla, Carmen, eran os pingüíns que Anatole France convertera en alegoría (“Pingüino Académico”, “Pingüino Mona”, “Pingüino Abad”) co que rexistra unha divertida crítica a personaxes da sociedade galega.
Durante a súa estadía en Madrid, “Compostela” decidiu instalar as súas esculturas na escalinata das Cortes, onde as súas pequenas estatuíñas de temática animalística quedaron franqueadas polos clásicos leóns dos canons fundidos de bronce. Obviamente, foi desafiuzado pola Garda Civil, pero o xesto iconoclasta acadou o obxectivo previsto, pola consecuente resonancia na prensa, que lle abriu as portas dalgúns espazos de exhibición.
Galeguista republicano, en 1931 expón no Museo de Arte Moderna e no Círculo de Belas Artes. Famoso foi o busto que lle fixo ao poeta Rafael Alberti para a Asociación de Intelectuais Antifascistas.
O inicio da guerra civil fai que Compostela entre como escultor no Quinto Rexemento. Na guerra realizou innumerábeis cantidades de máscaras mortuorias de soldados caídos en campaña. Colabora no Nova Galiza, boletín dos intelectuais galegos antifascistas editado en Barcelona e son famosas as súas tres emblemáticas esculturas de Santiago Álvarez, El león y la loba, en que un león español triunfante atacaba unha loba italiana e El oso madrileño na cal un oso ataca cun érbedo o xeneral Franco.
Tras a derrota do exército republicano, saíu co 5º Corpo da 11.ª División do Exército republicano e cruzou a fronteira francesa o 8 de febreiro de 1939. Estivo recluído nos campos de Argelés, St. Cyprien, Campos 1 e 3 e Agde, pasando polos hospitais de Perpignan, Marsella e Sète, a causa das feridas sufridas nun accidente cando un médico xeneroso tratou de sacalo do campo de concentración de St. Cyprien.
Durante a súa recuperación no hospital de Sète, mentres as feridas físicas van sandando, comeza a facer debuxos dos mutilados e feridos en anacos de papeis. Tamén fai unha estatuíña de Esculapio en xeso, coa intención de vendela e gañar algún diñeiro. Obtivo o xeso en pagamento polo seu traballo no hospital axudando a poñer escaiola nas fracturas e feridas doutros refuxiados. “Compostela” documentou graficamente o traballo con estes feridos, como o testemuñan un conxunto de debuxos que o acompañaron na travesía cara a Dominicana e que resultan un excelente documento histórico da situación dos refuxiados nos campos de concentración en Francia. Neste sentido, a súa manifestación artística nos campos de concentración estivo estreitamente ligada á medicina, como se iso contribuíse ao seu propio proceso de curación: transformar o horríbel en expresión artística.
Con todo, até que chega a América non retoma realmente a súa profesión de escultor. Chega a Santo Domingo como un dos labregos que pedía Trujillo para repoboar e “branquear” a terra dominicana ante a “invasión” haitiana. No paquebote Lasalle, coa axuda do S.E.R.E., chega o 19 de decembro de 1939.
En Santo Domingo, volve traballar como escultor para gañar algún diñeiro, realizando bustos de personalidades do presente e pasado dominicano. Aos poucos, a súa imaxinación creadora comeza a apropiarse do trópico, recobrando a continuidade do seu estilo.
Novamente comeza a realizar esculturas de animais, esta vez da fauna tropical. As pezas servíronlle para reunir unha pequena colección que utilizou como medio de presentación en Puerto Rico, onde foi convidado a expoñer en outubro de 1940.
Cómpre advertir que un dos maiores problemas que encarou o escultor “Compostela” en Dominicana foi a ditadura de Trujillo. Este encargáralle unha escultura súa e “Compostela” fixéraa con rostro de simio. Non tivo máis remedio que marchar á illa veciña de Puerto Rico.
Coñece a súa muller, a profesora Margot Arce, estando en tratamento pola malaria en Puerto Rico, illa á que chega convidado por vez primeira en 1940.
A idea de pingüinizar a humanidade non era orixinal de “Compostela”. Veulle ao escultor da lectura do libro de Anatole France A illa dos pingüíns de 1908.
Pero “Compostela” non se engana coma o personaxe da novela de France, o santo Mäel, que chega ás rexións polares e confunde os pingüíns con homes. Os pingüíns de “Compostela” non son homes; son, en palabras da súa filla: “pingüíns pertencentes a unha civilización superior que non precisan ser cristianizados nin aculturizados á civilización occidental, como fai o santo, para proceder a fundar a nación pingüína”.
Para os efectos deste estudo, o “Compostela” que máis nos interesa, sen embargo, é aquel cuxa obra non vimos recollida en ningún dos textos de historiografía artística española ou especificamente galega que puidemos consultar. Aquel que pouco despois de iniciada a Guerra Civil sae do seu país e tras un periplo por terras americanas, se instala definitivamente no Caribe, na Illa de Puerto Rico, onde, á altura da década dos anos cincuenta, despregará un labor pedagóxico excepcional e fundacional que lle outorga o recoñecemento maiúsculo de “Mestre da vangarda escultórica figurativa” nese país caribeño colonia de Estados Unidos".
Me intereso mucho su historia sobre Compostela, ya que desde pequeña me impresiono la belleza de una talla de el, un lince precioso.
ResponderEliminarTodavia esta en la familia y si alguna vez les interesa una fotografia para incluirla en algunarticulo, pidanmela.
Mi correo habitual es desdelavera@gmail.com
Les interesara saber que mi bisabuela Carmen Dueño era sobrina del musico Braulio Dueño Colon.
Un saludo