miércoles, 10 de julio de 2013

UN NUEVO LIBRO DE CARLOS GONZÁLEZ REIGOSA

 

SOBRE EL ORIGEN GALLEGO DE

GABRIEL GARCIA MÁRQUEZ

 
 
EN “A GALICIA MÁXICA DE GARCIA MÁRQUEZ”, EL ESCRITOR LUCENSE RECUERDA QUE EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA ANDUVO POR GALICIA EN BUSCA DE SUS RAICES GALLEGAS
 

EN SU DIA, EL ESCRITOR COLOMBIANO MANIFESTÓ QUE SUS ABUELOS ERAN DESCENDIENTES DE GALLEGOS Y QUE MUCHAS DE LAS COSAS SOBRENATURALES QUE LE CONTABAN PROVENIAN DE GALICIA
 

 
Un libro del escritor y periodista lucense Carlos González Reigosa, publicado en gallego y castellano por Edicións Xerais de Galicia y Auga Editora, respectivamente, con el título de “A Galicia máxica de Garcia Márquez” (”La Galicia mágica de Garcia Márquez”), ha traido de nuevo al primer plano de la actualidad la ascendencia gallega del escritor colombiano, que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982.
 
En su edición castellana, la editorial anuncia así la obra:
 
El 2 de mayo de 1983 Gabriel Garcia Márquez hizo realidad su deseo de visitar Galicia casi de incógnito. De aquel viaje quedaron dos testimonios propios. Unas fotografías en compañía de Domingo García-Sabell en Compostela y un magnífico artículo publicado en EL PAIS, que se ha convertido en refencia ineludible de su pasión por un posible pasado de sus ascendentes gallegos.
 
Para la edición gallega, el propio autor escribió algunas líneas más, muy interesantes, en las que nos recuerda que “Gabriel García Márquez sempre lle atribuíu a maior influencia literaria á súa «avoa galega», que lle contaba as cousas máis atroces sen conmoverse. O escritor descubriu axiña que aquel xeito imperturbable e aquela riqueza de imaxes era o que máis contribuía á verosimilitude das historias.
 
Tras gañar o Premio Nobel en 1982, confesou que escribira Cien años de soledad «usando o mesmo método da miña avoa». Pero, ¿quen era aquela misteriosa «avoa galega»? O escritor parecía referirse á súa avoa Tranquilina, unha colombiana de antepasados españois, mais el sabía que a realidade que identificaba –e reivindicaba– abeberaba na maxia dunha herdanza teluricamente máis neboenta.
 
Foi entón cando dixo: «Os meus avós eran descendentes de galegos, e moitas das cousas sobrenaturais que me contaban proviñan de Galicia.» Nesta obra, Carlos G. Reigosa busca, á vez, o escritor e a súa «avoa galega», seguindo os pasos dun García Márquez que viaxa a Galicia para desenredar a madeixa das súas orixes –persoais e literarias– e que, ao cabo, se perde na selva indescifrable da súa propia creación. Porque non sempre é posible deslindar a realidade e a ficción”.
 

La prensa no ha tardado en hacerse eco de la nueva entrega literaria de González Reigosa. EL CORREO GALLEGO acaba de publicar una crónica firmada por Samuel Regueira, que comienza, para que todo quede muy típicamente gallego, con una pregunta: “¿Es posible que la literatura del más famoso Nobel colombiano deba su fuerza al atractivo de leyendas, fábulas y mitos gallegos? Así lo plantea Carlos Reigosa en "La Galicia mágica de García Márquez", una publicación que indaga sobre los probables orígenes españoles de la abuela del célebre escritor”.
 
Regueira añade que “la historia de amor entre Márquez y Galicia nunca pudo morir: la nostalgia del escritor por la tierra gallega "había empezado por la comida", y continuó en escapadas incógnitas en las que huía de intelectuales y buscaba reencontrarse con sus antepasados. La obra, publicada simultáneamente en gallego y castellano, describe también los encuentros de Márquez con el autor Álvaro Cunqueiro, una relación "indescifrable", en palabras de Reigosa, "de literaturas que se hablan a distancia y se miran de reojo". El ensayo recoge pasajes narrativos en los que el periodista desmenuza sus conversaciones fugaces y sus reuniones con Márquez, tratando de reunir información y resolver las incógnitas en torno a la abuela "gallega" del Nobel”.
 
El escritor con S.M. el Rey, Don Juan Carlos I
 
VIENDO LLOVER EN GALICIA
(EL PAIS, 11 Mayo 1983)
(FRAGMENTOS)
 
“… hacía ya varios meses -quizá varios años- en que no me ofrecía a mí mismo un regalo merecido. De modo que decidí regalarme en la realidad uno de mis sueños más antiguos: conocer Galicia. Alguien a quien le gusta comer no puede pensar en Galicia sin pensar antes que en cualquier otra cosa en los placeres de su cocina.
 
… También para mí la nostalgia de Galicia había empezado por la comida, antes de que hubiera conocido la tierra. El caso es que mi abuela, en la casa grande de Aracataca, donde conocí mis primeros fantasmas, tenía el exquisito oficio de panadera, y lo practicaba aun cuando ya estaba vieja y a punto de quedarse ciega, hasta que una crecida del río le desbarató el horno y nadie en la casa tuvo ánimos para reconstruirlo. Pero la vocación de la abuela era tan definida, que cuando no pudo hacer panes siguió haciendo jamones. Unos jamones deliciosos, que, sin embargo, no nos gustaban a los niños -porque a los niños no les gustan las novedades de los adultos-, pero el sabor de la primera prueba se me quedó grabado para siempre en la memoria del paladar. No volví a encontrarlo jamás en ninguno de los muchos y diversos jamones que comí después en mis años buenos y en mis años malos, hasta que probé por casualidad -40 años después, en Barcelona- una rebanada inocente de lacón. Todo el alborozo, todas las incertidumbres y toda la soledad de la infancia me volvieron de pronto en ese sabor, que era el inconfundible de los lacones de la abuela. De aquella experiencia surgió mi interés de descifrar su ascendencia, y buscando la suya encontré la mía en los verdes frenéticos de mayo hasta el mar y las lluvias feraces y los vientos eternos de los campos de Galicia.
 
… Hace ahora muchos años, en un restaurante de Barcelona, le oí hablar de la comida de Galicia al escritor Álvaro Cunqueiro, y sus descripciones eran tan deslumbrantes que me parecieron delirios de gallego. Desde que tengo memoria les he oído hablar de Galicia a los gallegos de América, y siempre pensé que sus recuerdos estaban deformados por los espejismos de la nostalgia. Hoy me acuerdo de mis 72 horas en Galicia y me pregunto si todo aquello era verdad, o si es que yo mismo he empezado a ser víctima de los mismos desvaríos de mi abuela. Entre gallegos -ya lo sabemos- nunca se sabe”.
 
ARTÍCULO COMPLETO EN “EL PAIS”
 
http://elpais.com/diario/1983/05/11/opinion/421452014_850215.html
 

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