martes, 30 de agosto de 2011

EL RODAJE COMENZÓ AYER EN CARNOTA


Jose Luis Cuerda inicia
otra película en Galicia


Praia de Caldebarcos, en Carnota, donde se inició el rodaje

Está basada en la novela “Todo es silencio”,
del escritor coruñés Manuel Rivas




El director cinematográfico José Luis Cuerda comenzó ayer en la costa de Carnota el rodaje de 'Todo es silencio', su nueva película, basada en la novela del mismo título, del escritor coruñés Manuel Rivas.

El rodaje continuará en los estudios Ciudad de la Luz, en Alicante, y tiene como principales actores a Quim Gutiérrez, Miguel Ángel Silvestre, Juan Diego, Celia Freijeiro y Xoque Carvajal.

Producida por Milou films, Tornasol films, Castafiore films, Zebra producción y Foresta films, el argumento de “Todo es silencio” gira en torno a un grupo de amigos que descubre el secreto de Noitía, el contrabando, y admira al gran capo, Mariscal. En su entorno, el poder se extiende con el narcotráfico y lo envenena todo; no hay que ver ni oír, y hay que mantener la boca cerrada. Esa es la ley. Pero la violencia, los recuerdos y el amor oculto no bastan para resistir.

La novela también esta editada en idioma gallego


José Luis Cuerda (Albacete, 1947) ya rodó otras películas en Galicia, como “El bosque animado” (1987), basada en la obra del escritor y periodista coruñés Wenceslao Fernández Florez, y “Los girasoles ciegos” (2008). En 1999 también dirigió “La lengua de las mariposas” (“A lingua das bolboretas”), basada en tres relatos de Rivas, del libro “¿Qué me queres, amor?”.

El escritor y periodista Manuel Rivas


Recientemente, en su sección Galeria–Artes y Letras, el diario EL NUEVO HERALD, de Miami, hablaba sobre esta nueva obra de Manuel Rivas.

Este es el texto completo del artículo del influyente diario de La Florida:
  

‘Todo es silencio’
una Galicia poco conocida  


Manuel C. Díaz
Especial / El Nuevo Herald

Casi todas las novelas de iniciación terminan con la pérdida de la inocencia de sus protagonistas. No importa sin son niños en el tránsito hacia la temprana juventud o adolescentes en el umbral de la adultez. Al menos es así en las más representativas del género, como El guardián del centeno, de J. D. Salinger o La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson.
 Quizás fue por eso que cuando comencé a leer Todo es silencio (Alfaguara, 2010), del escritor gallego Manuel Rivas, pensé que se trataba de una novela de iniciación. Pero no lo era. Y es que aunque en los primeros capítulos sus protagonistas (tres niños: Brinco, Fins, y Leda) exploran -descubriéndose a sí mismos en el proceso- la playa del ficticio pueblo de Brétema en busca de los tesoros (restos de naufragios) que el mar arroja a sus orillas, éstos crecen mucho antes de que la primera parte de la novela concluya. Se hacen adultos -trepando entre las rocas de la costa y recorriendo asombrados el casi derruido y misterioso edificio de la Escuela de los Indianos- con la misma celeridad que el contrabando doméstico de tabaco del pequeño poblado de pescadores se convierte en un millonario tráfico de cocaína.
Y lo que pudo ser una bonita coming of age novel, se transforma en una de difícil clasificación. Nada malo en ello. Al contrario. Es tanto su alcance estilístico, narrativo y argumental, que puede ser disfrutada de múltiples maneras. Como si fueran varias novelas en una: policiaca, negra, psicológica, de observación, de costumbres y hasta de denuncia. No necesariamente en ese orden.
La novela realmente despega cuando Brinco, Fins y Leda, se hacen adultos. Pero antes de que esto ocurra, Rivas prepara el escenario mediante la minuciosa descripción del pueblo: “La gran playa de Brétema tenía forma de media luna. En la parte sur se ubicaba el barrio marinero de San Telmo, que creció como injerto de la aldea que fue cuna de todo, con sus pequeñas casas de piedra y puertas y ventanas de pinturas navales”; y de la vida diaria de sus pescadores: “La embarcación de Malpica era una pequeña motora, dedicada a la pesca de bajura. Capeaba bien, era marinera, pero Lucho Malpica y Antonio Hortas pocas veces se alejaban de las marcas conocidas. Lugares submarinos que nunca los dejaban ir de vacío”.
Rivas también describe a sus personajes, sobretodo al que, sin ser el principal, es una constante en toda la novela: “Tomas Brancana, ‘Mariscal’, era emprendedor. Se hizo con un camión cisterna...No llevaba aceite, ni vino. ¡Llevaba gente! Los emigrantes le daban todo lo que tenían para llegar a Francia. Y él, de noche, en un monte cualquiera de por ahí, los hacía bajar y gritaba: ‘!Ya estáis en Francia, coño! Y ni Francia, ni hostias. Los dejaba a veces en cualquier monte nevado, sin comida y muertos de frío”. Es el mismo ‘Mariscal’ que a través del tráfico de drogas llegará a controlar todo el pueblo y quien, de alguna decisiva manera, diseña (“La boca no es para hablar. Es para callar”, les decía) los destinos de los tres niños. En realidad, este inusual capo (alguna vez fue seminarista) diseñaba todos los destinos de Brétema. Un Corleone a la gallega al que le gustaba recitar su credo mafioso en latín: Oculos habent, et non videbunt (Tienen ojos y no ven), Aures habent, et non audient (Tienen oídos y no oyen).
Todo es silencio es una novela muy bien escrita (alterna secuencias y planos, pero no se aparta de su continuidad narrativa) que quizás transciende su propósito original (que pudo haber sido el de documentar a través de la ficción -como si fuera una historia policiaca- una etapa poco conocida de la costa atlántica de Galicia en los años 70), para terminar siendo una novela de gran complejidad psicológica en la que los límites de la amistad, el amor y el deber, se desdibujan junto al abrupto paisaje de la costa gallega.
Manuel Rivas nació en A Coruña. Ha publicado las siguientes novelas: Un millón de vacas (1990), Premio de la Crítica española; En salvaje compañía (1994), Premio de la Crítica gallega; El lápiz del carpintero (1998), Premio de la sección Belga de Amnistía Internacional. Su novela, Los libros arden mal (2006) ha sido considerada como una de las grandes obras de la literatura gallega. 


Vuelve la colaboración Manuel Rivas-José Luis Cuerda

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